miércoles, 30 de noviembre de 2011

CALLADOS ANTE LA BARBARIE: Martin Niemoller y las lecciones para este tiempo...

                                    Martin Niemoller, Pastor Luterano


"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. 
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".


“Este poema expresa de forma contundente que cuando nos inhibimos de la injusticia, cuando nos quedamos callados ante la barbarie, ésta acaba alcanzándonos”. Para los lectores de esta EDICIÓN DIGITAL y muchas personas más, este poema es muy conocido. Lo escribió Martin Niemoller, un pastor alemán encarcelado de 1937 a 1945 por el gobierno de Hitler. 

De este importante período de su vida dejó testimonio escrito en su obra Del submarino al púlpito (1939). Anclado firmemente en su fe cristiana, desde que atisbó el poder avasallador del movimiento nazi, se opuso frontalmente a él hasta llegar a decirle a Hitler: "Sólo Dios es mi führer, señor Hitler, y no usted". Como era de esperar, esta actitud fue castigada con la cárcel y el campo de concentración desde 1937 hasta 1945.

Terminada la guerra, no dudó en proclamar la culpabilidad de los alemanes y de las iglesias alemanas en los crímenes cometidos por el nazismo. Llevando tan profundas las heridas de la guerra, no es extraño que se convirtiera en un destacado partidario del movimiento pacifista. Proclamando ese ideal de paz, recorrió Europa, la URSS, los Estados Unidos y Vietnam del Norte. Se opuso abiertamente a la OTAN y al rearme militar de la República Federal Alemana; en 1983, se mostró contrario a la instalación de misiles en Pershing (Alemania Occidental).

En la misma tónica, había pedido el fin de la desnazificación y la libertad de los prisioneros de Spandau (cárcel en la que estaban recluidos los nazis alemanes condenados en los juicios de Nüremberg). Ello demuestra lo lejos que estaba de un pensamiento sectario. No obstante, aunque ideológicamente no tenía nada que ver con el comunismo, tuvo que soportar ser tachado en determinados ambientes de marxista. 



Más todavía cuando en 1967 recibió el premio Lenin de la Paz. El canciller Adenauer llegó a tacharle de traidor, mientras que el ministro de Defensa, Strauss, le acusaba de calumniar al ejército. Ello no impidió que también se le galardonara con la Orden del Mérito (1972) que otorgaba la República Federal Alemana. En el campo religioso, supo también ganarse la amistad de grandes personalidades de confesiones distintas, como la del protestante Karl Barth y la del católico Romano Guardini.

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